Se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo. (Romanos 4:20-21)
Pablo tiene en mente una razón especial al decir que la fe glorifica la gracia venidera de Dios. Dicho de forma sencilla, esta fe que glorifica a Dios es una confianza —con miras hacia el futuro— en la integridad y el poder y la sabiduría de Dios para cumplir todas sus promesas.
Pablo ilustra esta fe recordándonos la respuesta de Abraham a la promesa de Dios de que sería padre de muchas naciones. En Romanos 4:18, dice: «Él creyó en esperanza contra esperanza», es decir, tuvo fe en la gracia venidera de la promesa de Dios.
Y sin debilitarse en la fe contempló su propio cuerpo, que ya estaba como muerto puesto que tenía como cien años, y la esterilidad de la matriz de Sara; sin embargo, respecto a la promesa de Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, y estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo (Romanos 4:19-21).
La fe de Abraham fue una fe en la promesa de Dios de hacerlo padre de muchas naciones. Esta fe glorificó a Dios porque estaba centrada en todos los recursos de Dios necesarios para cumplirla.
Abraham era demasiado viejo para tener hijos, y Sara era estéril. No solo eso: ¿Cómo un hijo o dos podrían llegar a ser las «muchas naciones» que Dios le había dicho a Abraham que le daría por descendencia? Todo parecía totalmente imposible.
Por lo tanto, la fe de Abraham glorificó a Dios porque él estaba plenamente convencido de que Dios podía hacer lo imposible y de hecho lo haría.